Algo más que un atraco by Burton Hare

Algo más que un atraco by Burton Hare

autor:Burton Hare
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga, Policial, Novela
publicado: 1966-11-30T23:00:00+00:00


CAPÍTULO VIII

Nervioso, Lane se acercó una vez más a la ventana y miró a la calle, quince pisos más abajo.

—Voy a largarme de aquí, Ta sha —refunfuñó—. Me siento como un animal enjaulado. Además, no quiero comprometerte más. Ya has hecho demasiado por mí.

—No lo hago por ti, sino por el hombre que amo.

—No comprendo cómo pude ser tan estúpido… Ahora me doy cuenta de cuánto te quiero… pero he debido estar a punto de perderte para comprenderlo.

Ella acudió a su lado y le rodeó el cuello con sus brazos de suave piel.

—Mi corazón no me engañó —musitó—. Me decía que volverías a mí a no tardar, y has vuelto. Todo lo demás carece de importancia. Se arreglará y podremos vivir nuestra felicidad sin sombras ni temores.

—No confío en la policía, pequeña. Ellos me creen culpable, de manera que se dedican a buscarme, olvidando al verdadero asesino y dándole tiempo a poner tierra de por medio.

—¿Sigues creyendo que es el mismo hombre que te capturó, ése a quien llamas el «patrón»?

—Cuanto más pienso en él más seguro estoy. Me dijo que sabía lo de la caja de bombones por los mismos dependientes, ¿no es cierto? Bueno, ¿cuándo pudieron decírselo, y cuánto tiempo transcurrió desde mi huida hasta su muerte?

—No obstante, insisto en que ese informe debe llegar a manos de la policía. Eso les hará ocuparse de ese aspecto del caso, ¿no crees?

—No si están convencidos de que el único culpable soy yo. Además, presiento que aquel tipo es alguien importante, y por lo tanto, influyente. ¿Cómo puedo acusarlo sin más pruebas que unas palabras que nadie puede atestiguar?

Ella lo comprendía, únicamente que temía dejar que Lane se fuera.

—Tienes una facilidad terrible para meterte en líos, querido. ¿Por qué no aguardas un poco a ver cómo se desarrollan los acontecimientos?

—No puedo perder más tiempo. He de ir a esa casa y averiguar quién es su dueño. Entonces sabré a quién he de buscar, ¿entiendes? No hay riesgo alguno en eso.

—A menos que estén esperándote.

—No lo creo. Pero te aseguro que no iré allí a cuerpo descubierto. No se enterarán de que me aproximo.

Ella no insistió porque se dio cuenta que no conseguiría hacerle desistir de sus propósitos. Todo lo que hizo fue apretar su abrazo y dejar que sus labios se hundieran en un beso profundo, inacabable, que la elevó hasta un infinito de ensueño.

Justo entonces, alguien golpeó la puerta con energía.

Lane pegó un respingo. Ella, más serena, musitó:

—Aguarda en el dormitorio, Lane… Yo despacharé a ese visitante inoportuno.

El retrocedió, quedándose tras la puerta de la habitación dejándola sin cerrar del todo para poder escuchar a través de la abertura.

Ta sha abrió la puerta resueltamente. Se encontró ante un hombre de unos treinta y cinco años, de aventajada estatura, anchos hombros y ojos vivos. Parecía cansado, por lo que le tomó por un vendedor domiciliario, aunque no llevaba portafolios en la mano.

—¿Puedo entrar? —espetó el visitante—. Soy el teniente Labor.

Ella titubeó, luchando por dominar el nerviosismo.

—Pase —dijo al fin—. ¿Policía?

—Teniente. Del Precinto 27.



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